Me meto en el cine aliviado y con una sonrisa. Al entrar a la sala alguien gritó sala pocitos resiste!, llevaba una campera de cuero. Acabamos de escapar de la ceremonia de premiación. Me importa un bledo el festival de cine como evento cultural. Tuve la desgracia de participar brevemente en una de sus ceremonias lobby (con la primera intensión de morfe-chupe gratis pero no) y como todo circo de hipocresía, la gente daba ganas de vomitar con todos esas palmadas en las espaldas pseudo-cinéfilas que se daban unos a otros. Los críticos en primera fila arengando falsamente a los directores. Una oleada de aplausos y figuras de la achacada telenovela de canal cuatro me terminar de echar del recinto.
Los aplausos engordan a los críticos y la taquilla goza su sonido. Uno se infla tanto que sale flotando hacia el enclenque techo de la cinemateca 18, se choca contra él, el hinchado crítico desaparece con un PLUC y una pequeña explosión de grasa de pop azucarado le llueve a la gente enardecida que recoge y se engulle esa grasa que culturiza el alma. Pero más allá de estas pálidas escenas tan bien conocidas, se pudieron ver películas que valían la pena y lo animaban a uno a seguir unos minutos más en esta puta vida igual.
Hubo una en especial. Porque siempre, si uno hace un esfuerzo, se puede encontrar un pequeño cucumelo en la bosta. Esta película de la que vengo a hablar es pankot ne e mrtov (punks not dead). La película se desarrolla en Macedonia, ex Yugoslavia. En este contexto un par de cuarentones que no se creyeron del todo los valores burgueses típicos de la madurez adulta tratan de juntar de nuevo a la banda para tocar sus viejas canciones. El cosito de la revista de cinemateca que ya no le ponen estrellas a las películas decía:
“unacomedianegrasobrepersonajesquehanpermanecidoenlosmárgenesyquierenresurgir”
No quieren resurgir nada porque no existe esa esperanza. Ya están sumergidos. Como Macedonia y como Albania. Ellos lo saben. No hay esperanzas más allá de juntarse, drogarse, hablar de los viejos tiempos, tocar, y seguir. No aparecen seres imaginarios para edulcorar una realidad amarga, no hay resurrecciones que salven a nadie, ni superpoderes para vencer a los skins. Si en este blog que se precia de punk o algo similar, da prioridad a un musical japones, entonces todo se vuelve algo ambiguo y frágil. Inconsistente como las filosofías que corren hoy día.
Entonces. Un par de punkies. Uno vive con su madre que posa desnuda para estudiantes adinerados. A su cuarto de adolescencia llega su ex novia una noche de apagón y se garchan lindo. El amigo un carnicero borrachín que toma de mascota a una rana. Ambos siguen juntándose a hacer asados sobre un carrito de supermercado como hace veinte años. No tienen esperanzas ni futuro. Alguno vende droga al por menor. Una ciudad gris y aburrida como estamos acostumbrados. En principio no promete nada.
Agilidad, odio y reflexión.
Después decir que la mejor película que se vio fue una caricatura de una figura mitológica japonesa con una banda moderna de fondo me parece un despropósito. Pero aún así. Viva la diversidad!! Mierda.
qué han hecho de nosotros?
Marko Bordshenko
1 comentario:
uy kuánta polémika; no es necesario demostrar ke onnna no kappa es mejor y la importancia de cinemateca en montevideagoniza porke la Realidad es suficiente. muy buena, punk not dead, lo mejor: el multikulturalismo de los balcanes, el humor, las tetas balcánicas,los albaneses, la adolescencia eterna y los subtitulos rioplatenses pibe (lo úniko ke faltó fue el: "vapaee"). Los debes fueron sobre todo la falta de mutxa music y los personaje estaban un poko ridikulizados, más estuvo genial la peli.
vos Marco! ke no soportás la felicidad cinemateca y prescindis de ella, bajate el dokumental punk not dead ke tiene pinta de estar bueno.
http://www.youtube.com/watch?v=17QZHd_u_YQ
http://www.punksnotdeadthemovie.com/
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