lunes, 7 de junio de 2010

Gatita


Demore y demoré en ponerme a escribir estas pocas líneas. No lograba darme cuenta de qué contar sobre un toke que no ví, literalmente. Sentada en las alturas, allá lejos en las últimas gradas del cine Plaza, intentar ver algo más que tres siluetas distribuídas en un escenario pelado era un juego para tontos. La vi aparecer, flaca, patas largas, y el pelo castaño, lacio y llovido a los costados de la cara. Así de lejos parecía cualkier hija de vecino, hasta que se puso a cantar. Leí por ahí que la mina tiene pánico escenico, o que lo tuvo y que por eso había dejado de actuar en público hace un par de años. Eso y una mezcla de algún que otro incidente insignificante con las drogas y el alcohol.
A la izquierda, un tecladista, encargado también de esas mákinas que hacen ruiditos e incluyen pistas a lo largo de los temas, y que a su vez hizo de segunda guitarra y cantó cuando fuera necesario. En medio, una batería que gustó de ver el toke desde atrás y que fue usada en un par de temas por un batero cuarentón que le metió onda pero así como vino, se fue. Y tirado hacia la derecha el guitarrista estrella, otro veterano que hacía maravillas tocando la pandereta con el pie.
Paseándose felinamente por el escenario iba desparramando las canciones a piacere, caprichosamente peleaba con el cable del micrófono que le limitaba los movimientos, pero sobre todo, con cierto gusto por burlar todos esos pares de ojos que deseaban verle la cara, se escondía en el límite entre la luz y las sombras del escenario. Así debe haberse reído, - si entediera - de todo el chetaje que fue a poblar las plateas bajas y carísimas del teatro donde tocaba. Intentó bailar moviendo arrítmicamente esas patitas, pero se cansó y como buen gato, se acomodó en la oscuridad.
Cada vez que levantaba la cabeza de mi aletargada y cómoda posición estirada entre las butacas de lo más alto, veía la misma escena antes relatada. Me alegré de haber entendido algo en esa complicidad, mientras me emborrachaba lentamente con una petaca de whiski que había encanutado en el bolsillo interno de mi campera de jean.
Partícipes de un espectáculo que chorreba indie, se escuchaba resonar cada sonido en ese teatro gigantezco, y el resto que esperaba un carnaval en una ciudad triste y solitaria, comenzaron un decepcionado éxodo a lo largo del toke.
"Esta ciudad es medio dark", le dije sacándole charla a una francesa que por un motivo que no supo explicarme se vino a vivir a montevideo hace un par de meses. Al salir bajo la lluvia por 18 de julio, en el momento en que está empezando la temporada de frío, solo resta disfrutar y mojarse en paz.

LaVulpe

Dos P.D:
- dejo aca para bajar una mala y casera grabación de la última hora de toke, mi regalo al primer añito de la pluma.
- la foto que ilustra esta mísera crónica la sacó Richard Avedon antes de morirse. Un fotógrafo yanki de los grandes, que entre otras, fotografió a esta otra nena

2 comentarios:

Anónimo dijo...

oh si, carrasco y pocitos sacaron sus camperas de cuero y fueron a juganr al rocker, estos niños de mamá agarran todo lo que se hizo bajo el titulo de "revival" de la buena musica y no inventan nada, y dejan solo la "belleza" que hoy manda, igual que devendra, puaj!

salu! igual no insulto tus gustos, me caes bien de saber que te gusta la polla y siniestro total.

Pakete.

laplumaelektrika dijo...

Salú pakete!
Solo kería aklarar ke los pos: "El origen" y "Gatita" fueron eskritos por kolaboradores y amigos de la pluma: Marco Rigoti, La Vulpe Giménez y esperamos kon ansias el aporte de HP Lovecats.
Agur!

 
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